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20 mayo 2021

Patrones criminales, empresas asesinas

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En 2020 708 personas murieron en accidentes laborales en el Estado español. 595 muertes se produjeron durante la jornada de trabajo y las 113 restantes en el trayecto de ida o vuelta. No son datos excepcionales. La precariedad, los ritmos imposibles y la falta de medidas de seguridad por parte de las empresas se llevan por delante cada año centenares de vidas. La mayoría de estas muertes, como otras cuestiones que afectan a la clase trabajadora, pasan inadvertidas. Quizás merecen un breve en algún medio si son lo suficientemente escabrosas. Por supuesto no se convierten en un problema social o político. En las tertulias matutinas nadie se interroga sobre sus causas y soluciones.

El joven Xavi Cayuela, de 19 años, iba camino de convertirse en un número más de esta estadística siniestra y silenciosa después de ser “engullido” por un máquina de bobinado de tela asfáltica el pasado 30 de abril en la fábrica de CIDAC. “Un joven de 19 años muere en una fábrica de Cornellà”, decían los escasos titulares. Sin nombre y sin causa. Sin embargo, su familia se conjuró para que no cayera en el olvido. La pareja de su tía, Paco Marín, explicó su historia a través de las redes sociales buscando complicidad y ayuda para conseguir justicia. 

Entonces supimos quién era Xavi Cayuela Camilo. El chico se había mudado en diciembre del 2020 de Roda de Berà a L’Hospitalet con sus tíos y su primo Carlos para trabajar en la misma fábrica que él. Estaba contento con la posibilidad de ayudar a su familia a llegar a final de mes. La empresa, dedicada a la producción de conglomerados, imponía unas condiciones laborales pésimas: jornadas de 12 o hasta 14 horas, horas extra no declaradas, ningún tipo de formación ni de equipos de protección… Los extrabajadores y la familia de Xavi denuncian que al entrar les daban dos camisetas y tenían que comprarse incluso los guantes y las botas. Pese a que la situación de dejadez e inseguridad se arrastra desde hace años, a Inspección de Trabajo sólo le constan dos denuncias: una del 20 de abril y otra del día de la muerte de Xavi. Las máquinas son tan viejas que no tienen sistemas de seguridad y eso fue lo que provocó que no se detuviera cuando enganchó las piernas de Xavi. “No había freno de emergencia para producir más rápido” denuncian desde CGT. Su primo tuvo que presenciar impotente la muerte y los bomberos que lo rescataron se sorprendieron del estado de la planta. “Mira, hemos estado dentro hablando con trabajadores y a esto solo se le puede meter fuego” nos decía informalmente un veterano sindicalista.

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Ángel Figueras, extrabajador de CIDAC y amigo de Carlos y Xavi, abandonó la empresa por el estrés que le provocaron esas pésimas condiciones y denuncia que “en esa fábrica trabajan entre ratas”. De hecho, Xavi se incorporó cuando quedó libre su vacante y después de la muerte este joven de 21 años se ha afanado en luchar para que se reconozca la responsabilidad de CIDAC.  El día que falleció Xavi la fábrica siguió produciendo, sigue haciéndolo con la máquina del siniestro precintada y la empresa no ha dado una sola explicación a la familia de Cayuela, en una muestra de falta de humanidad y prepotencia.

El llamamiento a la solidaridad de Paco Merino tuvo efecto y empezaron a moverse cosas: los medios de comunicación se hicieron eco de las condiciones en las que había muerto Xavi y diversos sindicatos (UGT, Intersindical-CSC, CGT) se interesaron en personarse como parte de la investigación que tiene abierta Inspección de Trabajo. La CGT del Baix Llobregat se volcó en el apoyo a la familia e hicieron lo propio el resto de colectivos de la plataforma Baix Llobregat Combatiu, que incluye desde otros sindicatos de clase y la PAH hasta organizaciones políticas como Anticapitalistas, pasando por Marea Pensionista, Arran o Agitació Feminista de Cornellà.

En una convocatoria de estos grupos el jueves 13 de mayo centenares de personas se concentraron frente a la fábrica CIDAC. Al frente de la movilización estaban familiares y amigos de Xavi como Paco, Carlos, Ángel o Rosi, la madre del joven fallecido. También les acompañaba la madre de Victor, un chico de 18 años que murió en circunstancias similares en Castellar del Vallès en noviembre del 2020. Las consignas más políticas como “accidente laboral, terrorismo patronal”, “morir trabajando es asesinato” o la denuncia de la precariedad se mezclaban con pancartas de su gente cercana como “Va por ti Bebé” o “Todo por la familia". Se pasaba de los aplausos de ánimo y los llantos a las proclamas sindicales. El dolor y el sufrimiento de sus allegados por la injusta pérdida que acaban de sufrir se está convirtiendo en energía para que Xavi sea el último. La última muerte evitable por los abusos de las empresas. 

Fuente: Oscar Blanco (Poder Popular)

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