Vivimos en una realidad fabricada donde el mundo visible se volvió casi insignificante una vez que el mundo de la pantalla se convirtió en la "ventana de la gente al mundo". Una nada electrónica reemplazó a la realidad cuando la gente abrazó con júbilo las apariciones digitales envolventes. En estos días, la gente todavía se mueve en el mundo físico pero vive en el electrónico. El resultado es una alucinación masiva.
Este es el cambio sísmico fundamental de nuestra era. Hay muchas quejas y bromas al respecto, pero cuando todo está dicho y hecho, se acepta como inevitable. Los dispositivos digitales son adoptados como amantes fantasmas. Los “avances” tecnológicos se aceptan como destino humano. Vivimos ahora en una pesadilla tecnológica (que a muchos les parece un paraíso) en la que la tecnología y la técnica, los medios estandarizados para lograr un fin predeterminado de la manera más eficiente, dominan el mundo. En un mundo así, el fin no solo justifica los medios, sino que no viene al caso considerar una cuestión moral de este tipo. Estamos avanzando a toda velocidad hacia ninguna parte de la manera más "eficiente" posible". ¡No se permiten preguntas! A menos que desee preguntar a su teléfono.
En estos días hay mucha charla política y comentarios sobre el fascismo, la tiranía, un estado policial, etc., mientras el totalitarismo de la tecnocracia y la tecnología continúa a buen ritmo. No es solo el impacto ecológico (en el sentido humano / natural) de la tecnología digital donde un cambio genera muchos otros en una espiral sin fin, sino el hecho de que la eficiencia técnica domina todos los aspectos de la vida y, como escribió Jacques Ellul hace mucho tiempo, “transforma todo lo que toca en una máquina”, incluidos los humanos. Para cada problema causado por la tecnología, siempre existe una “solución” tecnológica que crea más problemas tecnológicos ad infinitum. El objetivo es siempre encontrar la técnica (poderosa) más eficiente para aplicarla lo más rápidamente posible a todos los problemas humanos.
Los teléfonos móviles, siendo la forma omnipresente actual de la electronificación de la vida, son el mensaje de hoy, una señal de que uno está siempre en contacto con el vacío. Estar sin esta pequeña máquina es convertirse en un idiota en el sentido griego antiguo de la palabra: una persona privada. Traducción: alguien que está fuera de sí, alejado, al menos temporalmente, de las pantallas que nos separan de la realidad, del ruido incesante y los mensajes de ping que destruyen la reflexión y crean reacciones reflejas.
Pero estar fuera de él es la única forma de entenderlo. Y comprenderlo es aterrador, porque significa que uno sabe que la religión de la tecnología ha reemplazado a la naturaleza como fuente de lo que durante eones se ha considerado sagrado. Significa que uno comprende cómo la tecnología define ahora la realidad. Significa darse cuenta de que las personas se están fusionando con las máquinas a las que están unidas por esposas invisibles mientras reemplazan el cuerpo humano con abstracciones e interactúan con las máquinas. Significa reconocer que Internet, a pesar de sus aspectos positivos y el uso por parte de los disidentes que intentan la liberación humana, está controlado por corporaciones privadas y fuerzas gubernamentales que intentan usarlo como un arma para controlar a las personas. Significa ver la verdad de que la mayoría de la gente nunca ha considerado el precio a pagar por la velocidad y la eficiencia de un mundo de alta tecnología.
Pero el precio es muy, muy alto.
Fuente: Edward Curtin (Dissident Voice)
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