Noam Chomsky nace en Filadelfia el 7 de diciembre de 1928. Es indudable que se trata de un pensador que ha creado escuela. Periodistas y activistas tan famosos como Michael Moore, e innumerables figuras de la vida política, artística, cultural y académica ponen de relieve que su crítica del imperialismo americano no ha caído en saco roto, y que sus observaciones (principalmente sobre la política exterior de su país, EE.UU.) son tenidas muy en cuenta incluso en las universidades más reputadas.
Dentro de sus estudios como anarquista, es de destacar la influencia ejercida sobre la intelectualidad de los seres humanos en general en su tratamiento sobre determinados hechos históricos, en los que no solo destacan aspectos relacionados con el imperialismo yanqui, sino también de otros acontecimientos históricos de gran importancia para el anarquismo internacional, tal como es, por ejemplo, la Revolución Española del 36, la cual parece haber estudiado detenidamente, principalmente de la mano de algunos teóricos del movimiento anarquista español.
La Revolución Española pasa por ser, de este modo, uno de los más claros exponentes del anarquismo llevado a la práctica por el ser humano occidental, con sus influencias del anarquismo clásico (principalmente de Bakunin y Kropotkin), en una sociedad tan injusta y desigual como era España hasta la llegada del Frente Popular al poder (febrero de 1936). Así, aunque no se puede considerar al Frente Popular como un movimiento estrictamente anarquista, sí sacó de la clandestinidad y el oscurantismo a uno de los movimientos políticos más castigados por los gobiernos a lo largo de la historia: el anarquismo.
Chomsky destaca principalmente el hecho de que la revolución española llevara a buen puerto los anhelos del defenestrado pueblo español de origen y condición pobre, hasta el punto de llegar a utilizar la palabra revolución (una de las pocas veces que creo lícito usarla) hasta sus últimas consecuencias. Desgraciadamente, la victoria del ejército sublevado durante la guerra civil, apoyado abiertamente por los poderosos ejércitos alemán e italiano, llevó a su desgracia a millones de españoles, en lugar de a la pretendida emancipación obrera, como era el objetivo de la mayoría de los votantes del Frente Popular (incluidos muchos anarquistas, en una excepción que ha hecho historia).
Pero la influencia intelectual de Noam Chomsky no para ahí, sino que cruza fronteras temáticas. De este modo, Chomsky revolucionó en su día la lingüística con su teoría de que todas las lenguas humanas tienen un nexo y una raíz común. Algo, por otro lado, profundamente anarquista.
Es importante destacar la influencia de dos intelectuales de mediados del siglo XX sobre la figura intelectual de Chomsky: son John Dewey y Bertrand Russell, dos enormes pensadores que vivieron en primera persona la disyuntiva entre comunismo y capitalismo (propio de la Guerra Fría) y de los cuales, si algún aspecto es más destacable en sus escritos y reflexiones, es el especial énfasis que se hace del ámbito educativo como motor de cambio social.
Pero si algo ha hecho famoso a Chomsky es su crítica feroz al imperialismo norteamericano de los últimos decenios, desde Vietnam hasta los últimos conflictos habidos en el mundo. Así, Chomsky es un ávido recolector de información (además de uno de los más feroces críticos de los mass-media) sobre la actuación de su país en los respectivos países pobres del mundo (principalmente Latinoamérica, si bien en los últimos años su interés se ha centrado igualmente en otros conflictos en los que los EE.UU. han participado activamente, como los de oriente medio).
Chomsky critica y da a conocer, principalmente, lo que en el argot se conoce como “guerra sucia” en la guerra contra el terrorismo, ya que, para Chomsky, el país más terrorista del mundo es EE.UU., a través de la trama principalmente corporativa que corroe la democracia, y que le impide desarrollarse como instrumento de liberación humana, en favor de otros intereses de carácter privado, que llevan al mundo por unos derroteros e intereses completamente ajenos a los del bien común. Siendo, por el contrario, los poderes privados, parasitarios también del gobierno, los que conducen al mundo y a la clase trabajadora en su conjunto a lo que parece ser un callejón sin salida. Y ello por no hablar de las críticas a las actuaciones impunes del ejército estadounidense a lo largo y ancho del mundo, en los múltiples conflictos armados de los que forma parte.En su fijación por criticar todo lo criticable dentro del sistema estadounidense, principalmente desde el punto de vista de la política exterior, Chomsky concluye ideas basadas en que el corporativismo empresarial, mediático y gubernamental son los principales culpables de que el ser humano genérico no sea libre tampoco hoy en día, y se vea, por el contrario, cada vez más defenestrado desde el punto de vista ya no solo económico (como clase social explotada por excelencia), sino fundamentalmente como elementos de control social, mientras se intenta convencer a la población de que este sistema es el mejor sistema posible en el que se puede organizar la vida de los seres humanos (siendo el sistema político estadounidense el eje de su reflexiones).
Chomsky es un anarquista del siglo XXI totalmente consecuente con unas ideas que algunos consideran anticuadas (las ideas anarquistas), pero que algunos y algunas como él tratan de resucitar como arma de enfrentamiento social (pacífico) con el orden establecido.
El anarquismo actual pasa por un momento de reestructuración teórica, gracias en buena medida a los libros e ideas de Chomsky, el cual, con unos niveles de influencia sobre la opinión pública realmente notables, da un respiro a un movimiento tradicionalmente asfixiado por la presión de los poderes fácticos, también en la actualidad.
Anarquismo (hoy como ayer) no es lo mismo que anarquía. El anarquismo es un sólido movimiento social y político que solo puede tener como objetivo la eliminación del Estado como ente que domina la vida de los seres humanos, y como uno de los principales instrumentos para denunciar y condenar los abusos del poder sobre los individuos que conforman la sociedad.
En cuanto al carácter eminentemente obrero del anarquismo, si miramos atrás en el tiempo a través de la historia reciente vemos que, más que un interés de clase, el anarquismo se caracteriza por su oposición frontal contra el fascismo y la oposición a las tiranías, los recortes de las libertades políticas y la lucha contra las desigualdades como factores que caracterizan al anarquismo del siglo XXI. Estas reivindicaciones, aunque han formado parte tradicionalmente del movimiento obrero, no se circunscriben exclusivamente a este.
Fuente: Iberoamérica Social
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